Consumidoras precarias: el número de mujeres usuarias del CIBE Marítim se mantiene
Las mujeres suponen solo un 20% de las personas atendidas en 2018, lo que puede facilitar que se generen estereotipos y que se invisibilice su diversidad

VALÈNCIA – FEBRERO 2018
Las conductas adictivas y la exclusión social son dos problemáticas que a menudo van de la mano, sobre todo, en los barrios periféricos y poblaciones más vulnerabilizadas de las grandes ciudades. En el caso de las mujeres, los programas de reducción de daños para personas consumidoras suelen carecer de perspectiva de género dadas las bajas cifras de usuarias, lo que puede suponer no tener presente las necesidades específicas de las mujeres, según alerta Alba Moreno, coordinadora del CIBE Maritim. En el Centro de Intervención de Baja Exigencia del Comité Antisida de València, el proyecto “Solo para ellas” ha tratado de reconocer las diferencias de género y aplicarlas en las intervenciones del día a día. Estos y otros datos se desprenden del Informe Anual 2018 sobre la actividad del Centro Maritim del Cabanyal en el cuidado de la salud de las personas consumidoras de drogas, en situación de extrema exclusión social.
Perfiles sociales de las personas consumidoras
En la actualidad el número de personas atendidas por el CIBE Maritim se mantiene respecto al año anterior, con un total de 371 personas atendidas en 2018, 268 consumidoras de drogas.
Las mujeres suponen un 20% del total de personas atendidas. Según la coordinadora del centro: “tradicionalmente en el ámbito de la reducción de daños el escaso número de mujeres atendidas ha contribuido a construir estereotipos que, en muchos casos, generalizan a todas las mujeres con drogodependencias, no teniendo en cuenta su diversidad”. La influencia de estos estereotipos, a su vez, es una de las principales barreras con que se encuentran las mujeres a la hora de acceder a recursos de baja exigencia, como el CIBE Maritim, añade Alba.
“Por lo general, las mujeres que acceden a nuestro centro tienen bajos ingresos y un estilo de vida precario. Y aunque estas situaciones se dan también en los varones, en el caso de las mujeres hay otros factores en relación, como el estigma social o los sentimientos de culpa y vergüenza”. Además, las parejas consumidoras pueden interferir e incluso oponerse a que la mujer acuda al centro: “las mujeres pueden no acceder a los tratamientos porque temen perder la relación con su pareja, porque ellos no comparten la decisión de abandonar el consumo, o porque imaginan que los/las profesionales les pueden aconsejar la ruptura con su compañero”, concluye Moreno. La vulnerabilidad a la violencia es mayor en las mujeres.
El perfil social de las personas que acuden al CIBE Maritim continúa siendo el mismo: un 73% de las personas usuarias carece de vivienda y reside, en su mayoría, a pie de calle o en hogares ocupados. Sobre la procedencia, disminuye la población migrante atendida: más de la mitad de las personas usuarias (62,3%) tiene nacionalidad española, un 22% procede de algún país de la Unión Europea y el 15,7% resultante corresponde a personas extracomunitarias. El 76,5% de las personas migradas se encuentran en situación irregular, según los criterios que marca la administración. Y el 75,5% de las personas atendidas no tiene ningún ingreso. La media de edad del total de personas atendidas asciende a 43,4 años, lo que denota que las personas históricamente atendidas van envejeciendo.
Policonsumos
El policonsumo es un fenómeno que intensifica las consecuencias de los problemas de adicción: más del 76% de las personas atendidas admiten consumir de manera habitual distintos tipos de droga. La más consumida continúa siendo el alcohol (en un 28,2% de las personas que acuden al centro), seguida de la heroína (21,8%), y la cocaína en base (crack) fumada o inhalada (18,42%), que aumenta levemente respecto a 2017. El consumo de droga por vía endovenosa (en forma de heroína, clorhidrato de cocaína o speed ball: combinado de heroína y cocaína) ha disminuido respecto a la inhalada. Y el consumo de drogas por vía esnifada (materializada en speed o clorhidrato de cocaína) se mantiene.
Sobre las prácticas de riesgo, alrededor del 15% de las personas que acuden al CIBE Marítim se considera en riesgo de sufrir una sobredosis debido a que, por norma general, consumen solas o mezclan sustancias de gran potencial reactivo. Asimismo, compartir material de inyección y tubos de inhalación aumenta de forma alarmante la vulnerabilidad a la transmisión de VIH. En consecuencia, las/los profesionales del CIBE Marítim han repartido entre sus usuarios/as un total de 29.826 kits de venopunción, 780 paquetes de papel de aluminio, 120 tubos de inhalación y 1.745 preservativos.
Prevención del VIH
Desde 2017, el CIBE Marítim abre las puertas para realizar pruebas rápidas de diagnóstico a personas que no pertenecen al colectivo consumidor de drogas, lo que hace que haya aumentado un 65% la realización de pruebas serológicas, de VIH y Hepatitis C, llegando a 215 testeos. Sin embargo, el 25% de las personas atendidas (78 personas) no conoce en estos momentos su estado serológico.
Atención integral y personalizada
El Centro Marítim abrió sus puertas en el año 2001 como recurso de baja exigencia perteneciente al Comité Antisida de València y, desde entonces, sus técnicos/as y voluntarios/as trabajan para atender las condiciones de vida básica y la reducción de daños entre las personas consumidoras de drogas. El Centro está subvencionado por la Conselleria de Sanitat i Salut Universal, así como por el Ayuntamiento de València. Entre los diferentes servicios, se ofrece la atención social, psicológica, sanitaria (curas, consultas médicas, vacunas, pruebas serológicas, asesoramiento), atención a necesidades básicas (comida, higiene) e intercambio de jeringuillas.
Es una proporción semejante a la asistencia en UCAs 1:3 H:M